lunes, 23 de septiembre de 2013

Medio Hombre

Dice un amigo que si no te escuchan una vez, no lo harán nunca. Sin embargo, me voy a permitir el lujo de desoír su consejo para volver a dedicar esta página al que para mí es el más grande marino de guerra español -y que me perdonen Churruca, Bazán, Barceló o Elcano-: Blas de Lezo. Que, por si alguien quiere seguir deshilachando España con historias inventadas y unicornios galopantes, recordaré que era vasco.

La historia de Lezo se puede resumir en que sin pierna (perdida en la batalla de Vélez-Málaga), sin ojo (reventado en la defensa de Tolón) y sin brazo (sin él desde el asedio a Barcelona) sí tuvo cojones para defender Cartagena de Indias -y vencer- ante la flota de barcos más grande que había visto la Historia. Si España fuese Estados Unidos, ingenuo de mí, tendríamos nuestro Russell Crowe en Master&Commander; pero somos el país donde la envidia es deporte nacional desde que las mujeres dan a luz. Por ello, aquí lo que toca es ración de polvo y olvido.

Les cuento esto porque de vez en cuando uno se lleva una alegría. Desde el miércoles 18 de septiembre y hasta el 13 de enero el Museo Naval ha abierto una exposición sobre su vida. Y sin necesitar aniversarios redondos y pastelosos de por medio. Vayan, está en el centro de Madrid, al lado de la Plaza de la Lealtad, semi-abandonada por políticas buenrollistas de no recordar nada que tenga que ver con armas. Si van pueden comprobar por qué España tiene ese puntito canalla y, a la vez, entrañable. En este pequeño trozo de península siempre ha existido gente, como Lezo, con sentido del deber, con el carácter necesario para ciscarse en la madre de sus enemigos, y también en la de sus compatriotas.

Como decía, pienso que los españoles podemos salvarnos de nosotros mismos. Nos sigue emocionando un texto, seguimos sonriendo con una historia y sigue habiendo gente que lucha contra el analfabetismo histórico. Es el caso del Museo Naval, cuya promoción por parte de la Administración es mediocre pero que luchan con lo que tienen: su patrimonio. No es el más grande del mundo, pero desde luego es el que guarda los mayores secretos de la navegación mundial. El Museo del país que circunnavegó el mundo (junto con Magallanes; sí) por primera vez, el que descubrió América, el que triunfó y fracasó en todos los mares o dicho más poético usando el himno naval: el país que conoció "en Lepanto la victoria y la muerte en Trafalgar". Para bien o para mal ese lugar es el portavoz de una Historia, la de la España que fuimos, somos y seremos, forjada en el mar.

Por eso les recomiendo acercarse. Por ello les emplazo a leer la nota que Lezo le hizo llegar a Vernon tras humillarlo: "Para venir a Cartagena es necesario que el rey de Inglaterra construya otra escuadra mayor porque ésta sólo ha quedado para conducir carbón de Irlanda a Londres. Lo cual les hubiera sido mejor que emprender una conquista que no pueden conseguir". Lo escribió con la mano que le quedaba entera y España, desagradecida, lo olvidó y deja pudrir en un lugar desconocido de Colombia.

1 comentario:

  1. Sí que nos emocionamos con algunos textos sí... ¿Hasta enero has dicho, no? Bien entonces :)

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