miércoles, 13 de septiembre de 2017

Un tóner para Rufián

No te rías que es peor era un programa televisivo en el que el concursante debía no romper a carcajadas ante las bromas de cómicos profesionales. Sobre todo era, según la definición que ha dado hoy la vicepresidenta en el Congreso, democrático.

Las actuaciones pedagógicas son patente de la Soraya Sáenz de Santamaría parlamentaria, que además juega en el terreno que quiera el rival. Lo mismo da que sea en un campo de erudición léxica o en el de la imitación del programa que hizo famoso a Pedro Reyes y Marianico 'el Corto'. Ella hace de concursante seria mientras calificaba todo como “circo” y señalaba al culpable. En un Barrio Sésamo con taquígrafas, Soraya ha explicado lo que es democrático y lo que no a un parlamentario que cargaba con una impresora. La imagen daba cierta sensación de mudanza a medias; como si a Gabriel Rufián le hubiesen avisado de que tenía que hablar mientras llenaba el coche con sus trastos rumbo a una Cataluña que no existe.

El Congreso de los Diputados es democracia; el Parlament, no. El discurso en libertad de Rufián en la Cámara es democracia; en Cataluña acallan al discrepante. Aquí sí, allí no; etcétera. La vicepresidenta ha jugado a las parejas peleadas hasta resumir que democrático es todo lo que acepta las normas del juego. Democrático eres tú.

Entre tanto, Podemos ha pedido la comparecencia de Rajoy para que explique su postura ante lo que va a pasar tras el referéndum. Es improbable que el presidente, que no acostumbra hablar de lo que hace, lo vaya a hacer precisamente de lo que no le entra en la cabeza que suceda. Pedir cuentas de algo que no ha pasado cuadra con la actitud de su portavoz, que cree posible tirar y empujar a la vez de una puerta.

Como todo lo que sale de los líderes es aplaudido por sus fieles, para valorar la idea de Podemos hay que mirar a sus socios habituales. Y el PSOE ha negado con la cabeza. Cualquiera diría, por su defensa de la unidad, que han comprendido lo que ayer escribía Gistau, que el objetivo de Podemos es acabar con el PP, sea cual sea el destrozo que conlleve. Si para eso hay que debilitar el Estado, sea.

Rivera, por su parte, sonrió como el niño que pide algo a sus padres y escucha «ya veremos». Él quiere creer que es un sí cuando las experiencias pasadas se inclinan al no. Pidió a Rajoy un debate «de verdad» para reformar la Constitución, con juristas y estudios previos, y el presidente no dijo que no, y menos aún que sí. A lo mejor, se intuyó entre sus labios. Dejó claro que ese tema, si toca, es una vez pase el primero de octubre.

Mientras Rufián terminaba de cargar el coche y buscaba el tóner y la gracia en su Samsung, una nostalgia noventera recorría el Congreso. El Gobierno desbloquearía antes una proposición para reponer el programa de humor que una reforma cualquiera. Al menos en la tele los chistes los hacían profesionales.

Sobre Chechu

Una de las muestras de afecto más sinceras que suelo tener hacia alguien es recordar su nombre. Por lógica, además, es de las primeras que hago. No recuerdo el día que memoricé el nombre de Josechu, éramos unos canijos de guardería; ni tampoco cuándo pasó a ser Chechu por economía del lenguaje. Sí recuerdo que siempre consideré una pérdida de tiempo innecesaria -en las necesarias es curioso recordar cómo también es protagonista- que nos recordase que se llama José Ignacio.

Cuando camina -brazos caídos y cabeza como un péndulo, de izquierda a derecha- le bailan las muñecas y las manos se le ven algo flojas. Colgadas como si se hubiese olvidado de que están ahí. Despistado como es. Al principio desespera, pero al decimoquinto año de convivencia uno empieza a acostumbrarse. Mientras su cuerpo se mueve así, su cara sonríe. Es su estado natural. No sé si será la más bonita, pero sí es la sonrisa que más trabajo tiene de cuantas conozco.

En número de brazos Chechu es igual que cualquiera, pero hay que ser muy especial para conseguir en vida lo que algunos no consiguen ni enterrados: que digan de ti que eres el mejor amigo de tus amigos. Chechu es un tópico, que es una de las cosas más difíciles de conseguir. Ser ese al que acudir, desprendido, atento y sencillo es una tarea tan poco agradecida que hay que ser buena persona. Demasiado duro para cualquiera, un día más para Chechu. Da miedo comprobar cómo de natural es para él hacer algo bueno por los demás. A veces hay quien lo ha confundido con ingenuidad y nos ha tocado a otros ser Chechu para Chechu. Golpeado, el resentimiento nunca le ha movido aunque haya tenido en este amigo a un consejero que le ha intentado hacer comprender que la venganza mueve el mundo tanto o más que el amor. Un mundo lleno de chechus sería un coñazo, pero sin él sería una puta mierda.

Que Rocío ahora sea su mujer sólo atiende a lo magnífica que también es. Ella, además, debe haber visto algo parecido a lo que aquí se escribe para atreverse a casarse con él.

Felicidades. A Chechu por los 31 y a ambos por vuestra aventura sin final.