martes, 21 de mayo de 2013

Valientes anónimos


Parto de la base de que no soy objetivo. Crecí en un ambiente militar: mi padre, mi colegio...todo era marcial a mi alrededor y sólo había dos caminos: hacerte pacifista por rebeldía o acabar comprendiendo y queriendo a esa institución. De hecho, sobrepasé los límites y me convertí en un friki de las historias militares. Sus batallas, sus gentes, sobre todo ese soldado de infantería anónimo arrojado y olvidado a su suerte y a la de su puntería. Por eso siempre he creído que decir, en medio de una charla sobre batallas, "le echaron un par de huevos" es la argumentación definitiva irrebatible y ganadora por KO, superior a algo más aséptico como "la táctica de pinza de marisco que desarrolló en su tienda el general Pachín fue magnífica".

Unos con los que suelo usar esa afirmación es con los infantes de la División Azul, últimamente atacada por una conmemoración a sus miembros. Quieren despojar de valor el hecho de que cuatro gatos -y eso contando mucho- parasen el avance de un ejército soviético que otra cosa no, pero hombres tenía para recuperar Stalingrado dos veces más. De leer sobre batallas, y si te abstraes del lenguaje grandilocuente sobre Rey, Patria, Dios que nos venden, caes en la cuenta de que cuando empezaban a caer cebollazos o a verse picas sajando brazos, el currito que pone los pies en ese campo no lo hace por ideales, sino por él mismo y por el de su lado; no se vaya a quedar sin compañía para emborracharse esa noche y ciscarse en su general.

Todo eso lo hizo la División Azul cuando la URSS los sorprendió en Krasny Bor. Aguantar casi sin munición, sin apoyo aéreo y con un par de pelotas que, los españoles, hayamos defendido lo que hayamos defendido, hemos puesto muchas veces sobre el tapete como única apuesta. Y, a veces, ganaban la partida. París, Rocroi, Moscú, Krasny Bor, Cartagena de Indias, Madrid, Lepanto, Trafalgar a cuentagotas, Orán... son testigos; y no siempre la causa resultó ser la más noble o democrática o alianzadora de civilizaciones que se pueda desear desde la óptica ventajista del paso del tiempo.

Me enfadó -y me enfada- la incultura u odios internos de quien no sabe ver, y valorar, lo que hacen unos hombres a miles de kilómetros de su casa cuando la muerte te llama al timbre para que bajes a jugar y a ti no te apetece. Me da igual que defendiesen la causa de un dictador asesino como Hitler, en ese momento defendían la causa de Fulano de Tal y Mengano de Cual, de Cuenca y Toledo, respectivamente, una causa que no era más que salir de ahí vivos. Los mil años del Tercer Reich les importaba, literalmente, una mierda.

Los hay que lo consiguieron y punto. La valoración histórica de la Alemania nazi a ellos, y al que se acerca a las batallas para conocerlas y no para juzgarlas, les interesa menos que la supervivencia del calamar sin tentáculos del Mar Egeo. Lo que más miedo me da no es que nadie estudie ni valore como se merece ciertos episodios como este -una causa perdida-, sino la manipulación burda de los dos bandos que no se han enterado de que en España no hay guerra desde hace un porrón de años. También es causa perdida que en España conmemoremos algo que tenga que ver con el siglo XX sin caer en estupideces maniqueas, así que no queda otra que intentar hacer lo mismo que esos valientes españoles que han recorrido el mundo, el que existía y el que descubrieron, abandonados de su Rey, de su Patria y de su causa: encoger los hombros e intentar salir airoso, una vez más.

Por cierto, ayer (20 de mayo) se cumplieron 272 años desde que Vernon tuvo que huir, humillado por un tío sin brazo, sin pierna y sin ojo, de Cartagena de Indias. Tampoco se conmemorará, no está bien visto, en pleno siglo XXI, alabar acciones donde muere gente y se gritaban cosas malsonante a los ingleses como "hereje, cabrón. Ven aquí para que te mande con tu Dios". Facha, que soy un facha.

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