jueves, 2 de agosto de 2012

El carnet

En un rápido balance, calculo que estamos bien jodidos. Nos hemos dejado meter en una ratonera que cada día parece más nuestro final. Aún así, hay cosas que me siguen sorprendiendo del contribuyente. Esa capacidad para la queja sectaria, de odiar de forma cerval a uno –sólo a uno- de los dos grandes partidos; como si Real Madrid y Barcelona se jugasen, cada miércoles, la Champions en el Congreso. El merchandising estará al caer.

Hay quien expidió el 20 de noviembre, deprisa y con los dedos nerviosos para comenzar a tuitear furioso, el carnet de quejica. Antes, atribulados, sólo se quejaban del sistema, como si fuese imposible que aquella situación endémica naciese de algo que ellos, cultural y académicamente mejor preparados, hubiesen apoyado. Se veían desubicados como Willy Toledo sin arena del Sáhara o sol cubano ante una situación de ruptura promovida por un partido que decía llamarse socialista.

Otros tantos, unos pocos más, se dieron de baja y rompieron su carnet (¡chas! ¡chas! con las tijeras) ese mismo día para pasar a la clandestinidad, como una especie de Cioma Schönhaus en el Berlín nazi, y se entregaron al encogimiento de hombros. A los “sacrificios necesarios”. Deporte que, si fuese olímpico, nos daría un hueco entre China y Estados Unidos en el medallero de Londres. Será por nuestro bien. Y así se dejan abofetear como un niño ante sus padres con un sentimiento de culpa propia, de que algo habrán hecho.
 
Nos han abofeteado por encima de sus posibilidades, repartiendo hostias dejándose llevar por una marea de forofismo que en España conocemos bien. Unos lucen orgullosos sus mejillas rojas creyendo que son cicatrices de guerra como Blas de Lezo sin pierna ni brazo ni ojo; por la Patria, por Rajoy o por su santa madre. Otros sacan a pasear la guillotina que tan bien afilaban en su estudio durante los ocho años que disfrutaron con esta fiesta de la bofetada al ciudadano.

Nos gusta el juego. Dejarnos hacer con obscena obediencia al líder o reprochamos vía internet que no, que por ahí no que nos duele. Todo es dependiendo de si eres titular o no de ese carnet que da manga ancha. Hay un momento en el que sí se unen los que se intercambian el carnet, cuando alguien da en la tecla. Ahí coinciden en el mismo redil, atacando a la vez y al cuello a esos “oportunistas”. Qué se habrán creído. La hegemonía es del Madrid o Barça, los demás tiene suerte de que les dejemos vivir.

Sus señorías que viven del cargo -y que piden prácticas éticas mientras cobran dietas por su estancia en Madrid olvidando el hecho de tener residencia en la capital- tienen su carnet bien plastificado, oficial, se les da por hecho la 'lealtad' al líder. Pero nadie obliga al ratón, y son los más peligrosos. Esos roedores anónimos que se comen, con gula y saña, el queso de la trampa dependiendo de si tiene encima una rosa o una gaviota. Pues eso, que estamos jodidos.

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