Las restricciones siempre se han
puesto para intentar igualar las cosas. Acortar la ventaja. El fútbol, sin
embargo, ignora esta norma y permite al Real Madrid presentarse a disputar los
partidos con 11 tipos que saben hacer muy bien aquello que tienen que hacer.
Pepe Mel aseguraba que por él
firmaba el empate a cero incluso con huella digital y, al final, firmó un 0-3
ensangrentado porque este Madrid es el abusón que tiraba a trallón en el
recreo. La única muesca del Deportivo fue desquiciar a Ramos, tarea no
demasiado difícil al principio de cada temporada, cuando Sergio lee los
partidos fatal para poder callar a todos más adelante. Los meses del capitán
del Madrí son una sucesión de rojas prescindibles hasta que llega mayo y se
pone la capa de héroe. Su vida es el triunfo de la rutina.
Mientras Sergio Ramos se
convertía en el primer jugador en ser expulsado dos veces en el mismo partido -aunque
de la primera saliese vivo-, el Madrid ganaba. Suena sencillo, pero en Coruña
no sabemos lo que es eso desde los tiempos de Donato, al que entrevistaron en
el descanso y casi nos dan ganas de pedir su vuelta. El Deportivo fue pueril
ante el Real, y en partidos donde no juegue contra el matón de la Liga el
concepto puede asegurar coraje pero no eficacia, para lo que se necesita a Lucas
Pérez.
Mientras se le espera, el Madrid
pisó Riazor y se puso 0-2. En el segundo tiempo, con algo de pereza después de
15 minutos, Benzema pinchó un balón en la banda, se la dio en carrera a Isco
que sin controlar entregó a Bale que entraba en el área casi sin querer: recorte sobre Mosquera y
pase atrás. Gol de Kroos. Un gol de 10 segundos. Una señora detrás de la portería se
levantó y elevó los brazos sorprendida de que nadie más en el estadio se
estuviese dando cuenta de las artimañas
que estaba usando el Real Madrid para vencer. “Así no se vale, juegan de carallo”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario